LA EDUCACIÓN COMO PROCESO INTEGRATIVO
Considerar la educación como un proceso integrativo de la
persona humana significa reconocer en ella una continuidad en la acción
ejercida sobre el individuo que se forma. Tal continuidad no solamente implica
el esfuerzo permanente, referido a un mismo sujeto, también equivale y ello la
caracteriza a un proceso que se propone el logro de un objetivo representado en
distintos niveles ideales. Semejante concepción finalista de la educación lleva
aparejado su necesario reconocimiento como proceso axiológico, esto es, como un
proceso portador o realizador de valores. No puede reconocerse, ciertamente,
una concepción finalista sin el necesario correlato axiológico.
Es de igual manera una realidad permanente, porque
históricamente el hombre ha vivido educándose. Este carácter de la educación la
plantea desde un lenguaje filosófico como una categoría ontológica dado que es
inseparable del hombre.
Y el hombre se propone fines por alcanzar, en esos fines su
vida que es vida humana se encuentra en constante proyección hacia el futuro,
de ahí que en el hecho educativo operen siempre tendencias, objetivos por realizar,
e ideales, (fines de la educación), que suelen cambiar por la edad y por las
circunstancias sociales. Los objetivos siempre presentes en la conciencia de
quien se educa orientan su conducta humana, pero educarse implica realizar
fines echando mano de adecuados medios, por ejemplo: en una etapa de la vida,
el aprendizaje de la lectura constituye un fin importante. Para lograrlo se
buscan los medios pertinentes, acaso se recurre al llamado método de las
palabras normales pero una vez alcanzado dicho fin, el conocimiento de la
lectura puede emplearse, entonces, como medio para realizar otra finalidad, por
ejemplo el estudio de la Historia.
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