El Parque de los Sueños Olvidados
En un pequeño pueblo llamado Flor de Mayo, existía un parque que una vez fue el corazón de la comunidad. Sus árboles frondosos ofrecían sombra en los días cálidos, sus bancos invitaban a la conversación y sus columpios eran el refugio de la alegría infantil. Pero con el paso del tiempo, el parque se fue deteriorando. Los bancos se rompieron, la hierba se secó y la basura se acumuló. Los niños dejaron de jugar y los adultos de pasear. El parque de los sueños, como lo llamaban antes, se había convertido en un lugar triste y solitario.
Un día, una niña llamada Ana, cansada de ver el parque en ese estado, decidió tomar cartas en el asunto. Con la ayuda de sus amigos, comenzó una campaña para rescatarlo. Pintaron carteles coloridos con mensajes como "Salvemos nuestro parque", "Planta un árbol, planta un sueño" y "El parque es nuestro". Organizaron una jornada de limpieza en la que toda la comunidad participó, recogiendo la basura y quitando las malas hierbas.
Los adultos, al ver el entusiasmo de los niños, se unieron a la causa. Un carpintero local reparó los bancos, un jardinero donó plantas y flores, y el ayuntamiento prometió mejorar el sistema de riego. Poco a poco, el parque fue recuperando su vida. Los árboles volvieron a florecer, los pájaros regresaron a cantar y los niños a jugar.
La transformación del parque fue tan grande que atrajo a visitantes de otros pueblos. La historia de Ana y sus amigos se hizo conocida en toda la región, inspirando a otras comunidades a cuidar de sus espacios verdes. El parque de los sueños, ahora más hermoso que nunca, se convirtió en un símbolo de esperanza y unión.
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